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Tema: La Coronación de Ntra. Sra. (Leido 992 veces) |
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diego
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¡Viva la Virgen del Rocío. Viva la Hdad. de Ronda!
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La Coronación de Ntra. Sra.
« fecha: 10.12.03 a las 14:37:11 » |
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... Lentamente fue haciéndose el silencio velador de la noche. Antes de romper el alba, en el callado silencio de la aldea, desiertos los aledaños, salía de la ermita 1a Virgen hacia el estrado donde horas después habría de ser coronada. Lleváronla sobre sus hombros el párroco de Almonte, don Manuel Márquez Gómez; el de Carrión de los Céspedes, don Elías Domínguez Quintero; el de Castilleja del Campo, don Felipe Rodríguez;. el presbítero de La Palma, (Ion José Aguilar Cabrera; el presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, don José Villa Báñez; don Antonio Acevedo Valladolid, don Manuel Siurot y don Valentín López, sin que en el breve camino dejaran de sumárseles los escasos rocieros que pudieron advertirlo. Es ya domingo de Pentecostés, 8 de junio de 1919. El temprano despertar de los romeros fue sorprendido con la Virgen ya colocada en el estrado del Real; la multitud fue creciendo más cada vez en torno al estrado. Desde el alba celebraron se en los distintos altares de la ermita innumerables misas; el señor cardenal celebró en el altar de Santa Ana, que estaba en el crucero, lado del evangelio del viejo santuario. A eso de las diez de la mañana salió de la santería el cortejo que acompañó al señor cardenal hasta el lugar (le la coronación. Iban delante las hermandades filiales por el orden de su antigüedad; delante, Rociana; la última, Villamanriqne. Seguían la Hermandad Matriz y el señor cardenal, con su curia diocesana, y la Junta de la Coronación, con su presidente, don Juan F. Muñoz y Pabón ; las autoridades provinciales y las locales de Almonte. Seguramente, lector rociero, tienes curiosidad por saber con minuciosidad cómo fue aquel memorable suceso, uno de los más grandiosos de toda la historia del Rocío. Aunque no estuvimos allí, no podíamos estar, hemos investigado para tí y vamos a intentar describírtelo. Llegado el señor cardenal al estrado, ocupó el trono que le estaba dispuesto. A su lado, en lugar preferente, el presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, don José Villa Báñez; alcalde de Almonte, don Juan Acevedo; don Ignacio de Cepeda y Soldán y don José Moreno Soldán, que juntamente con don Manuel Márquez Gómez, párroco de Almonte, fueron designados testigos cualificados de la coronación. Ocuparon también lugar en el estrado don Eugenio Almaraz y Santos, secretario de cámara del Arzobispado, don ,Juan Francisco Muñoz, y Pabón, canónigo lectoral, y presidente de la Junta de la Coronación; don Juan García Pichardo, presidente de la Di****ción Provincial de Huelva; el vicepresidente, don José María Jiménez Molina; el párroco del Salvador, de Sevilla, y secretario de la Junta de la Coronación, don Juan Luis Cózar y Lázaro; juez de instrucción de La Palma, Don José Monedero Ruiz, y muchos otros. Comenzó el acto con la lectura del rescripto que concede el privilegio de la coronación canónica; seguidamente, el señor cardenal bendijo las coronas del Niño y de la Virgen, conforme al rito. Y tomó juramento a los antes referidos señores designados cualificados testigos: de que las coronas de oro así bendecidas, con las cuales iban a ser coronadas el Niño Jesús y la Virgen del Rocío, serían fielmente custodiadas, y que no se consentiría que se destinasen a otros fines sino a aquel para el cual la piedad de los fieles las ofrecían y dedicaban. --> Sigue
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diego
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¡Viva la Virgen del Rocío. Viva la Hdad. de Ronda!
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Re: La Coronación de Ntra. Sra.
« Responder #1 fecha: 10.12.03 a las 14:39:48 » |
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--> Continuación Don José Villa Báñez prestó este juramento por sí y en nombre de su hermandad y de los hermanos de ella que entonces eran, serían después y fueren para siempre, y del pueblo de Almonte. Según el rito de la coronación, comenzó luego la santa misa, que ofició don Miguel Castillo Rosales, provisor del Arzobispado, ministrado de diácono y subdiácono, que lo fueron don Rafael Carnevali y don Juan Pablo Osorno. El señor cardenal predicó la homilía. Se congratuló con Almonte y con las hermandades filiales por la coronación canónica de la Santísima Virgen del Rocío, su titular; sintiendo con la Iglesia y con el Papa - -profundamente preocupado entonces con las consecuencias de la primera guerra mundial--, encargó y rogó a los fieles que pidiesen, por intercesión de la Virgen, la paz del mundo; sólo la gracia de Dios, el rocío del Cielo, produce la verdadera paz de los espíritus; sólo -la práctica sincera de la religión y de la caridad cristiana nos dará la verdadera paz y la corona del Cielo. Se acercaba el momento más solemne. Revestido el señor cardenal de capa pluvial, asume la mitra y recibe el báculo; bendice primero a la multitud; vuélvese luego, sube al paso y, con suma reverencia, pone la corona deoro sobre las sienes del sonriente Pastorcito de las Marismas. A su lado, don Juan Francisco Muñoz y Pabón, que la tiene en sus temblorosas manos, le ofrece la corona de oro de la Virgen. Son las once y cuarto en punto de la mañana cuando el señor cardenal, lentamente, mirando profundamente conmovido el rostro de la Virgen, pone sobre su cabeza la corona de oro, mientras pronuncia las palabras de ritual: Así como te coronamos en la tierra, merezcamos por tu intercesión, ser coronados en el Cielo.Lo demás, el fervor clamante de la multitud, los atronadores aplausos, los vítores, las aclamaciones, los dejamos a tu imaginación. Siempre le quedarás corto. Cuando pudo ser, se inició la procesión para llevar a la Virgen, al santuario desde el lugar de la coronación; si por acaso llegaste a ver en abril de 1969 el traslado de la Virgen a su nueva iglesia..., pues igual. Quienes vieron el rosario de la noche del domingo, de aquel año de la coronación, pensaban que nunca jamás se vería otro igual; no podía imaginar que la devoción rociera iba a más. Había aquel año en el Rocío unas veinticinco mil personas. En la misa solemne de la mañana del lunes, antes de la procesión, predicó el propio Muñoz y Pabón, entre vivas y aclamaciones a la Madre de Dios. Quienes lo vivieron dicen que Muñoz y Pabón terminó su homilía, de rodillas en el púlpito, el rostro mojado en llanto y clamoreando con el pueblo la salve. La procesión --dicen-- las ha habido mayores de concurrencia; más cálidamen-te fervorosa, dicen que no. Pastora coronada, como la esposa del Cantar de los Cantares, La Virgen del Rocío se queda sola en aquella marisma… Rocío Juan Infante Galán
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