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Tema: LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE ABRIL DE 2019 (Leido 85 veces) |
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jartivle
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 Viva la Virgen del Rocío
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LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE ABRIL DE 2019
« fecha: 13.04.19 a las 18:56:59 » |
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Primera lectura Lectura del libro de Isaías (50,4-17): El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Palabra de Dios Salmo Sal 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24 R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere». R. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. «Los que teméis al Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel». R. Segunda lectura Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11): Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Evangelio segúnsegún san Lucas (22,14–23,56): En aquel tiempo, los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas llevaron a Jesús a presencia de Pilato. No encuentro ninguna culpa en este hombre C. Y se pusieron a acusarlo diciendo S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey». C. Pilatos le preguntó: S. «¿Eres tú el rey de los judíos?». C. El le responde: + «Tú lo dices». C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre». C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto. C. Pero ellos insitían con más fuerza, diciendo: S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí». C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió. Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio C. Herodes, al vera a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados entre si. Pilato entregó a Jesús a su voluntad C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo: S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». C. Ellos vociferaron en masa: S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás». C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando: S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!». C. Por tercera vez les dijo: S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: + «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: "Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado". Entonces empezarán a decirles a los montes: "Caed sobre nosotros", y a las colinas: "Cubridnos"; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿que harán con el seco?». C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: + «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. Este es el rey de los judíos C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Hoy estarás conmigo en el paraíso C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: S. «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada». C. Y decía: S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». C. Jesús le dijo: + «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: + «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». C. Y, dicho esto, expiró. Todos se arrodillan, y se hace una pausa C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo: S. «Realmente, este hombre era justo». Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor Jesús
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Re: LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE ABRIL DE 2019
« Responder #1 fecha: 13.04.19 a las 18:58:32 » |
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“Bendito el que viene como rey” Cristo, que eres Dios, que vas montado sobre tu trono en el cielo, y aquí abajo, sobre un borrico, acogías la alabanza de los ángeles y el himno de los niños que te aclamaban. “Bendito eres, tú que vienes a llamar de nuevo a Adán”… Aquí está nuestro rey, dulce y pacífico, montado sobre el pollino, que viene presuroso para sufrir su Pasión y borrar los pecados. El que es el Verbo, montado sobre un animal, quiere salvar a todos los seres dotados de razón. Y sobre la espalda de un borrico se podía contemplar a aquel que lo llevan los Querubines y que antaño elevó a Elías montado en un carro de fuego, a aquel que “siendo rico se hizo pobre” voluntariamente (2C 8,9), a aquel que escogiendo la debilidad da la fuerza a todos los que le aclaman: “Bendito eres tú, que vienes de nuevo a llamar a Adán”… Manifiestas tu fuerza escogiendo la indigencia… Las vestiduras de los discípulos eran una señal de indigencia, pero según la medida de tu poder eran el himno de los niños y la concurrencia de la multitud que gritaba: “Hosana –es decir: sálvanos, pues- tú que resides en lo más alto de los cielos. Tú, el Altísimo, salva a lo humillados. Ten piedad de nosotros por consideración a nuestras palmas; los ramos que se agitan removerán tu corazón, a ti que vienes de nuevo a llamar a Adán”… Oh criatura, hechura de mis manos, respondió el Creador…, soy yo mismo quien ha venido. La Ley no te podía salvar puesto que no era ella quien te había creado, ni los profetas que, igual que tú, eran mis criaturas. Sólo yo puedo liberarte de esta deuda. Por ti he sido vendido, y te devuelvo la libertad; por tu causa he sido crucificado, y así tú escapas de la muerte. Muero, y te enseño a aclamar: “Bendito eres tú, que vienes de nuevo a llamar a Adán”. ¿Acaso he amado tanto a los ángeles? No, es a ti, el miserable, a quien he querido. He escondido mi gloria y yo, el Rico, deliberadamente me hice pobre, porque te amo mucho. Por ti he pasado hambre, sed y fatiga. Buscándote he recorrido montañas, valles y cañadas oscuras, mi oveja perdida; he tomado el nombre de cordero para atraerte por mi voz de pastor y llevarte al buen camino, y por ti quiero dar mi vida y así arrancarte de las garras del lobo. Todo lo soporto para que tú puedas aclamar: “Bendito eres tú, que vienes de nuevo a llamar a Adán”.
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