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 Viva la Virgen del Rocío y mi Hermandad de Gijón
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PREGÓN HDAD ROCÍO DE GIJÓN I
« fecha: 19.06.09 a las 17:06:59 » |
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PREGON ROCIERO DE LA HERMANDAD DE GIJON – 2009 Autor: D. José María Fernández García Buenas noches, reverendo Señor cura, Director Espiritual de esta hermandad, y párroco de esta iglesia. Buenas noches hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Gijón, a toda su junta de gobierno, peregrinos y a todos los aquí presentes esta noche. Permitidme que antes de dar un solo paso adelante en la esencia del acto que me trae ante ustedes exprese públicamente mi gratitud: En primer lugar, a mi generoso presentador, por esas frases que desbordadas por su propia bondad, ha hecho tal exaltación de mi persona, que difícilmente podré corresponder con mis pobres y sencillas palabras. Gratitud emocionada a esta bella ciudad de Gijón y a su hermandad rociera, que ha tenido la gentileza de nombrarme pregonero de esta fiesta religiosa, como es la peregrinación a la Ermita del Rocío, brindándome la oportunidad de cumplir el sueño de dar este pregón, al haber pensado en mí como persona idónea para acometer este reto. Desde aquí les digo: muchas gracias por este gesto para conmigo. Espero ser merecedor de tan alto honor, para lo cual intentare hacerlo lo mejor que se con la ayuda de la Virgen. Hoy quisiera comenzar diciendo: Con el alma y el corazón va mi pregón de este día, con cariño rociero en fundidas poesías. Con estas palabras empiezo mi pregón, donde intentare que deis rienda suelta a vuestra imaginación y viváis cada uno de los momentos del camino como si estuviésemos recorriéndolo juntos con vuestra hermandad, y así adentrarme por los escondrijos de los sentimientos y poder contar los hermosos y bellos momentos que he vivido con amigos o en soledad y que nunca olvidaré. Sentimientos que hoy florecen en forma de palabra, para que este pregonero pueda transmitiros estas vivencias que año tras año a lo largo del camino han ido forjando a los peregrinos, dándoles entereza, llenándoles de ilusión para seguir adelante y no derrumbarse con las adversidades que en el transcurso de la vida se van presentando, pues el titulo de buen rociero no se tiene porque sí, hay que saber ganarlo; día a día, sin correr, lentamente, paso a paso. Esta hermosa ciudad de Gijón, que tiene tanta similitud con la ciudad de Huelva: ambas ciudades marineras y al mismo tiempo mineras, unidas entre sí a través de las entrañas de la tierra y por el mar. Esta ciudad de tradición mariana demostrada a través de los años, donde campesinos mineros y pescadores, sienten esta misma devoción hacia sus Vírgenes, la de Covadonga y la del Rocío. Esta ciudad, que después de un año de espera, ve como se aproxima el día para el peregrinar hacia la aldea del Rocío, ya empieza prepararse para cuando llegue el día de la partida estar dispuestos. Por fin llega el día soñado, todos los romeros deseosos están de emprender la peregrinación hacia la aldea, recorriendo los mil kilómetros en autobús hasta llegar a Bormujos, hermoso pueblo sevillano de la bella comarca del Aljarafe, cuya hermandad es madrina de esta desde hace once años y donde siempre sois recibidos con los brazos abiertos. Este largo camino, donde los recuerdos y vivencias nos hacen sentir momentos de mucha emoción, como bien dice la letra de esta canción. Hoy sale nuestra hermandad vamos a hacer el camino, Por la ruta de la plata Nos vamos de peregrino. El alcalde de carreta Tiene todo organizao, Llevamos nuestro estandarte Y también el Simpecao. Covadonga nos despide Y Rocío nos aguarda, Qué bonito es el camino Si la Virgen te acompaña .Estos sentimientos se apoderan de los corazones de estos romeros, especialmente en el silencio de la noche, cuando en el autobús parece que todos duermen, recordando a los seres queridos que se quedaron atrás sin poder acompañarles en este caminar hacia la aldea del Rocío. Nada más llegar a Bormujos, son invitados a participar en la misa de romeros, donde recibirán la bendición para iniciar el camino en compañía de la hermandad madrina. Ya todo está a punto, la plaza llena está de gentío deseando ver ese peregrinar de romeros, de carretas blancas, de bueyes cansinos, de caballos sudorosos, con jinetes de sombrero de ala ancha y a la grupa mocitas con sus trajes rocieros, guitarras, coplas, salves y sevillanas que arracimados a la carreta van cantando los romeros. Los cohetes se disparan una y otra vez, el cohetero ya no para lanzando hacia el cielo bengalas esperándose estremecer. Por fin empezó la marcha por las calles hermosas de este pueblo, donde el sol brilla más por la blancura de sus casas,donde la torre de su iglesia y el repique de campana,quieren alcanzar el cielo en forma de plegarias. Todos los romeros, cuyos sentimientos salen a flor de piel, haciendo brotar de sus ojos esa emoción incontenible y ese fervor cuando la campana de la iglesia se echa al vuelo porque ya va saliendo. El corazón se inflama de alegría y sale la primera plegaria entre el gentío que dice con voz desgarrada, ¡Qué bonito va el Simpecao! ¡Como relucen sus candelabros! ¡Qué ramillete de flores! ¡Qué bueyes tan bien ataos! Y cuando el sol de la mañana se refleja en sus varales, los romeros se embriagan de luz, bajo ese cielo azul celeste de Andalucía, en esa hermosa mañana cuando se inicia la romería. Ya todo el pueblo está en la calle con el corazón lleno de gozo por tanta luz en sus ojos y tantos destellos de plata. Ya los bueyes y caballos marchan a paso lento, los romeros van rezando todos llenos de esperanza y se oye cantar la salve, piropos y palmas. Muchas personas impedidas aguardan para ver el Simpecao, hoy ya no son tan jóvenes para resistir el camino, pero si para gritar con fuerza ¡Viva la Virgen del Rocío! Con su voz de peregrino. Me paro un momento a recordar y me parece estar viendo el Simpecao por las calles del pueblo y oigo murmurar a la gente, mira los de la hermandad de Gijón han venido como todos los años para acompañarnos en el camino, mientras muchas personas aguardan impaciente en la puerta de sus casas el paso de su hermandad .Y entre el gentío se escucha; mira esa mujer como se emociona, ya se le caen las lágrimas, es normal son muchas horas las que aguarda. De pronto se para el Simpecao en la puerta de su casa, una vez más se emociona derramando nuevas lágrimas y entre sus labios parece poderse leer con voz muy baja: La noche se hace día, bendita madre del cielo, eres la luz que me guía, Rocío, estrella y lucero. Caen lágrimas por sus mejillas pero no retira la mirada de esa carreta divina del Simpecao de su alma. Acompaña su mano temblorosa al bolsillo y saca un fino pañuelo blanco, para secar sus escasas lágrimas de esos ojos cansados por los que el tiempo pasa. Ya se marcha el simpecao y reza para sus adentros mientras por las calles avanza hasta perderlo con la mirada. Al quedarse sola, se adentra en su casa recreándose en los recuerdos que le invaden el alma, pensando en todo el camino y cada una de las paradas, hasta llegar a la ermita donde la Virgen nos aguarda. Le van rondando por su cabeza recuerdos de algunos de los momentos vividos a lo largo del camino, donde bormujeros, asturianos y sevillanos comparten el agua y el vino, las alegrías y las penas, bajo ese sol radiante y a veces abrasador de Andalucía. Esta mujer que durante todo el día no ha dejado ni un solo momento de pensar en su hermandad, al caer la noche siente nostalgia de no estar en la Norieta, primera acampada que hace su hermandad, donde pernoctaran esperando la llegada de un nuevo día. Recuerda como antiguamente las carretas se ponían en círculo alrededor del Simpecao, a la luz de una gran candela que se hacía en el centro y a la hora de la cena se sentaban como una gran familia para compartir los alimentos. También recuerda esa emoción incontenible a la hora del Rosario. Ese silencio bajo el cielo azul lleno de estrellas, esos cantos rocieros que se clavan en el alma, esas sevillanas que rompen nuestras gargantas, ese amanecer cuando el sol va penetrando entre las ramas de los pinos, dejando atrás la oscuridad de la noche y al son de tamboril y flauta nos anuncian, que ha nacido un nuevo día, que ha llegado la mañana y que el camino que nos queda es duro pero al mismo tiempo deseado. Cuando aprieta el calor hacia el mediodía, paramos para rezar el Ángelus y los romeros nos congregamos alrededor del Simpecao con un profundo silencio, donde únicamente se escuchan nuestros rezos que en forma de alabanzas nos sale del corazón. Dios te salve María el mundo entero te adora, te llevo dentro de mí impregnado de tu aroma. Dios te salve María los romeros por ti suspiran, caminan con su hermandad entre matojos de espinas. Dios te salve María el mundo entero te quiere, entre todas las mujeres, Rocío que guapa eres. De nuevo recreándose en sus recuerdos, le viene a la mente cuando llegaron al Quema donde la bautizaron hace ya muchos años con aquellas palabras que decían: desde este momento romero, quedas bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Al mismo tiempo que derramaban un poco de agua sobre su cabeza y se apoderaba de su interior un sentimiento que jamás podría olvidar, mientras gritaban con voz gastada de cánticos y rezos: ¡Viva la Blanca Paloma! ¡Viva la Reina de las Marismas! ¡Viva la Madre de Dios! ¡Viva siempre en nuestros corazones! ¡Viva por siempre Rocío! Desde entonces ese río es muy importante para ella, donde muchas noches piensa en él y rendida por el cansancio, se queda dormida y sueña: ¿Por qué te llaman río Quema? Si en vez de quemar, abrazas, a todos los peregrinos que se acercan a tus aguas. ¿Por qué te llaman río Quema? Río de aguas templadas, por donde pasa el Simpecao entre salves y plegarias. ¿Por qué te llaman río Quema? Si eres el río de mi alma, río de alegrías y penas, río de llantos y de lágrimas. ¿Por qué te llaman río Quema? Hoy ya sé por qué te llaman, porque ocupas mis sentidos, y cada rincón de mi alma.
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