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Rocío >> Hablemos con ELLA, de ELLA y para ELLA >> La Madre de Jesus, Nuestra Madre.
(Mensaje iniciado por: RCC en 09.10.04 a las 05:17:17)

Título: La Madre de Jesus, Nuestra Madre.
Publicado por RCC en 09.10.04 a las 05:17:17
I. El día que una mujer del pueblo le gritó a Jesús: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron, comenzó a cumplirse el Magnificat: ...me llamarán bienaventurada todas las generaciones.
Una forma de alabar y honrar al Hijo de Dios es venerar y enaltecer a su Madre. A Jesús le llegan muy gratamente los elogios a María. Por eso nos dirigimos
muchas veces a Ella con tantas jaculatorias y devociones, con el rezo del Santo Rosario. La Virgen es la senda más corta para llegar a Cristo, y por Él, a la
Trinidad Beatísima. Honrando a María, siendo de verdad hijos suyos, imitaremos a Cristo y seremos semejantes a Él. Con Ella vamos seguros.

II. Nosotros hemos aprendido a ir a Jesús a través de María, y en este mes, siguiendo la costumbre de la Iglesia, lo hacemos cuidando con más empeño el
rezo del Santo Rosario, que es fuente de vida cristiana  El Rosario es la oración preferida de Nuestra Señora, plegaria que siempre llega a su Corazón de Madre. Se ha comparado a una escalera, que subimos escalón a escalón, acercándonos al encuentro con la Señora, que quiere decir al encuentro con Cristo, porque se habla a María para llegar a Cristo. Ella nos mira y sentimos su protección maternal. La piedad lo mismo que el amor no se cansa de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque el fuego de la caridad que las inflama
hace que siempre contengan algo nuevo.

III. El amor a la Virgen nos impulsa a imitarla y, por tanto, al cumplimiento fiel de nuestros deberes, a llevar la alegría allí donde vamos. Ella nos mueve a rechazar todo pecado, hasta el más leve, y nos anima a luchar con empeño contra nuestros defectos. Contemplar su docilidad a la acción del Espíritu Santo es su alma es un estímulo para cumplir la voluntad de Dios en todo
tiempo, especialmente cuando más nos cuesta. El amor que nace en nuestro corazón  al tratarla es el mejor remedio contra la tibieza y contra las tentaciones de orgullo y sensualidad. Cuando hacemos una romería a
algún santuario dedicado a Nuestra Madre, hacemos una buena provisión de esperanza.
Hagamos el propósito en este sábado mariano de ofrecerle con más amor esa corona de rosas, el Santo Rosario. Los gozos, los dolores y las glorias de la
vida de la Virgen tejen una corona de alabanzas que repiten ininterrumpidamente los Ángeles y los Santos del Cielo..., y quienes aman a nuestra Madre aquí en
la tierra.



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