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Título: Miercoles 15 de Enero de 2020 Publicado por jartivle en 14.01.20 a las 19:50:29 Primera lectura Lectura del primer libro de Samuel (3,1-10.19-20): En aquellos dias, el niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones. Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llarnado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aqui estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor. Palabra de Dios Salmo Sal 39,2.5.7-8a.8b-9.10 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. R/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/. «Como está escrito en mi libro: para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R/. Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39): En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.» Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios. Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor Jesús |
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Título: Re: Miercoles 15 de Enero de 2020 Publicado por jartivle en 14.01.20 a las 19:51:06 Es bueno tener un horario fijo, para saber a qué atenernos. La rutina nos ayuda a no volvernos locos, teniendo que estudiar cada día nuestro horario para saber qué hacer. A principios de año, mucha gente se hace propósitos que exigen una disciplina. Ir al gimnasio, comer sano, pasear más, ver menos televisión… Muchos famosos publican sus horarios y rutinas, para que se puedan imitar. A nosotros la Liturgia hoy nos propone como modelo un día de Jesús. Y es muy completito. Siempre cerca de los pobres, en este caso, de los enfermos. Primero la suegra de Pedro, y luego todos los del lugar. De la suegra de Pedro, además, se nos dice que “se puso a servirles”. Recuperada de su fiebre, se siente con fuerzas y alimenta agradecida a su Sanador. Nosotros podemos también, cuando Jesús nos libera de nuestra “fiebre espiritual”, del pecado, ponernos a servir a los demás, sobre todo a los más cercanos. Más tarde, cuando todavía está oscuro, en la soledad de la noche, Jesús se aparta a una zona tranquila, para hablar con su Padre, y encomendarle todas las necesidades con las que se había encontrado en ese lugar. Y pedirle fuerzas, quizá quejarse porque hay muchos escépticos, solicitar que el tiempo y los caminos le fueran propicios… Todo lo que se le dice a un Padre, a un amigo, mientras se habla con Él. Porque eso es la oración. Nosotros podemos también hablar cada día con nuestro Padre, contarle nuestras cosas, pedirle, llorarle, agradecerle, simplemente contemplarle y dejarnos acariciar por su amor. Y, después del reposo y de la oración, a seguir predicando. “Que para eso he salido”. A encontrarse con los que le buscan, y a buscar a los que no quieren encontrarse con Él. Habrá momentos mejores y peores, gente que se convenza y gente que diga que no les interesa. Jesús se reirá y llorará con la gente; mirará casi siempre con amor, y, algunas veces, con algo de ira; se dejará el corazón y las fuerzas en cada momento, cada día y cada minuto. Nosotros también podemos ponernos en camino, predicar con las palabras y con las obras. Ser testigos, aguantar lo que nos venga y ponerlo todo en las manos de Dios, sabiendo que todo depende de Él, trabajando como si todo dependiera de nosotros. Vuestro amigo en la fe, Alejandro C.M.F. |
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