Y la televisión de siempre -de Canal Sur no hablo, porque es lo que hay y, al parecer, sin posible enmienda, esté Chaves o esté Griñán-, la que disfruta entre vísceras, honras, cuernos y chismes, y, muy en son con su estilo, ha metido las cámaras ocultas en las sombras del Rocío para decirnos que allí se vende y se consume droga y es un buen territorio para el sexo sin medida. Para cumplir, para que no digamos que iban a lo que iban, pusieron unas imágenes de una misa en el camino y de algunas escenas de romeros emocionados por la Virgen. Pero iban a lo que iban: a señalarle al Rocío sus pecados. ¿Los hay? ¡Claro que los hay! En el Rocío hay todo lo que podamos imaginar, porque hay cientos de miles de personas que viven cientos de situaciones, y en el Rocío caben muy bien las debilidades, junto a las devociones, y si queremos encontrar lo que consideramos malo, lo encontraremos, pero por ese camino hallaremos lo malo en cualquier reunión.
El Rocío es grande, amplio, abierto, y en él es verdad cuanto dicen, en mayor o menor medida. Ni es cierto que el Rocío es «sólo» la Virgen ni es cierto que el Rocío es «sólo» el cachondeo. Todo cabe allí, a nadie echan, crea en lo que crea. Déjenlo en paz, pues. Ni me gusta esa cursilería innecesaria de algunos que dicen que en el Rocío se canta mucho porque rezamos cantando, ni admito que se diga que al Rocío todo el mundo va a lo que va. Me gustaría saber qué veríamos si metiéramos una cámara oculta en algunos camerinos y en la vida de algunos de estos dados a señalar lo malo. Dejen en paz al Rocío. Ni vengan, ni escriban, ni filmen, ni hablen bien de él, que a nadie llaman. Pero no quieran convertir esta romería en el desahogo de sus críticas, que con nadie se mete el Rocío. Verdad o mentira, desfase o tapadera, siglos lleva ahí con el nombre de una Virgen por bandera. La misma libertad hay para no creer en nada como para creer en todo. De modo que a ver si de una vez dejan en paz al Rocío.