Las hermandades rocieras ya están de vuelta en casa, el Coto de Doñana se queda solo. Primavera tras primavera, y por más de tres siglos, la aldea de El Rocío ha sido el lugar de peregrinación más importante del país; cientos de miles de personas hacen caminos de ida y vuelta atravesando kilómetros de pinar, duna y marisma.
Ya terminada la romería, los rocieros dejan tras de sí, además de un rosario de vivencias, un impacto en la naturaleza y toneladas de basura que los dispositivos especiales, los romeros y las propias hermandades se encargan de recoger y gestionar. Pero siempre no ha sido así.
No han sido pocas las ocasiones que ha surgido el debate sobre la necesidad de restringir el paso de estas peregrinaciones al atravesar el considerado como humedal más importante de Europa, un debate reavivado por los cuatro incendios que han afectado al Parque Nacional con el regreso de las hermandades, tras los que la Plataforma Fuegos Nunca Más ha solicitado a la Junta que estudie la posibilidad de prohibir tajantemente el paso de los romeros por el Coto en años de extrema sequía.
Hasta ahora, la educación y sensibilización ambiental ha sido la principal herramienta usada por las administraciones para inculcar un sentimiento de respeto hacia las áreas protegidas y de interés ecológico.
Este mismo objetivo es el que se persigue desde la iniciativa ‘Delos’, un proyecto desarrollado por un grupo de trabajo de la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que pretende que los peregrinos de El Rocío relacionen más directamente el espacio natural con el sentimiento religioso y que así aumente el respeto por el entorno. Se trataría pues de cambiar ligeramente la filosofía de la educación ambiental que se traslada a los romeros, a quienes se les podría convencer con más eficacia apelando a la devoción rociera que a través de explicaciones científicas.
Esta iniciativa, que se encuentra en fase de estudio y diagnóstico para la confección de acciones comunes previstas para noviembre, pretende involucrar a todas las autoridades, ambientales y religiosas, en el objetivo común de conciliar fe y medio ambiente, algo en lo que está de acuerdo la Estación Biológica de Doñana (EBD), que considera imprescindible la implicación de la Hermandad Matriz de Almonte para lograrlo, sobre todo por el estado en el que a veces se queda el entorno natural tras el paso de las carretas.
Aún así, la restricción absoluta del paso es una posibilidad que, de momento, las autoridades responsables no se plantean. «Nada ni nadie podría hacer desaparecer este fervor popular», asegura José Juan Chans, doctor de la EBD. Comparte su opinión Águeda Villa, antropóloga de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (Renpa) y, sobre todo, almonteña y gran conocedora de la comarca. «Las hermandades van tomando conciencia, pero hay que ser pacientes porque es algo que está empezando», explica mientras recuerda que hace algunos años había que entregarles a los romeros las bolsas para que recogieran la basura y que ahora la iniciativa parte de los mismos peregrinos.
Más que prohibir el paso, Villa asegura que lo hay que negociar es el modo en que pasan las hermandades. El doctor Chans, por ejemplo, afirma que debe ser el propio Parque Nacional el que proporcione las infraestructuras necesarias para facilitar el tránsito por este espacio protegido a los cientos de miles de personas de personas y animales, carretas y vehículos a motor que circulan a lo largo del año.
La romería de Pentecostés, aunque sí la más importante, no es la única manifestación religiosa alrededor de la Blanca Paloma que tiene como escenario Doñana. Peregrinaciones extraordinarias como la de San José, el Rocío Chico de cada agosto, el Traslado de la Virgen cada siete años o las peregrinaciones anuales de las filiales impactan sobre el Coto. «Es una distorsión grande para el Parque por el paso de vehículos, los riesgos que conllevan y los ruidos a los que el entorno se somete», reconoce Águeda Villa quien, sin embargo, destaca las acciones emprendidas por la Administración para reducir el impacto, como la fórmula de control específica llevada a cabo en la Raya Real el presente año.
Mientras tanto, la iniciativa ‘Delos’ intenta encontrar esos puntos comunes entre peregrinaciones en entornos naturales como El Rocío, Montserrat en Cataluña, la peregrinación de Meteora en Grecia, y así hasta once lugares propuestos en todo el mundo. Una treintena de técnicos de varios países se han unido ahora para determinarse los valores espirituales y culturales de un espacio natural protegido son compatibles con el medio ambiente y, más aún, si unos determinados esfuerzos de conservación para ambos aspectos pueden crear sinergias entre ellos. El debate sigue abierto.