Por la ventana apenas entra luz del día, aún no ha amanecido del todo y ya andas para arriba y para abajo. La ciudad va despertando poco a poco y el ruido del tráfico va aumentando. Un nuevo día empieza.
Vas recogiendo lo poquito que quedó anoche en la mesa del salón, despiertas a los niños que, como cada día, se hacen los remolones entre las sábanas… “venga ya, por Dios, que llegáis tarde otra vez” . Trasiego de desayunos y otra vez las prisas diarias.
“¿Será posible?, otro semáforo en rojo, hoy si que llegamos tarde”.
Un lazo blanco y azul que cuelga en el retrovisor del coche, como por arte de magia, te devuelve la calma, mentalmente vuelas al camino, al encuentro de la Señora, y entonas esa sevillana que siempre te anda rondando la cabeza y que aún no terminas de cogerle el tono. Una sonrisa acompaña el recuerdo de amigos que se anhelan en el alma.
Ya de vuelta la casa está silenciosa, “¡que a gusto, hija!” , preparas ese cafelito que ya hace rato te pide el cuerpo. Pones ese Cd que llena tu casa de Rocío cada mañana y aprietas el botón de arranque del ordenador. El olorcillo del café, que recién hecho lo va inundando todo, se mezcla con el del primer cigarrito. La pantalla del ordenador se ilumina y te dice “Bienvenido”.
Tabaco y café, como en el camino. En el Cd suena el Coro de Huelva:
“Es mu fuerte el sentimiento
que une a los rocieros,
más fuerte que las encinas
que las tormentas y el viento
y es más fuerte si lloraron
viendo saltar almonteños”.
Y tus ojos se van llenando de esos sentimientos que a través de teclados tantos amigos han ido colocando en los estantes de esa Casa que cada día visitas buscando Rocío.
“Son tantas noches en vela
cantándole al Simpecao
y son tantos los momentos
que ante la reja he vibrao
y tantos ratos de duende
con mis amigos al lao”.
Entre sorbo y sorbo de café repasas, leyendo muy despacito, escritos que te hacen revivir momentos vividos con esa gente a la que tanto quieres y que tan lejos están. Una miradita al cuadro de la Virgen que cuelga en la pared es más que suficiente para que Ella entienda que esa simple mirada es toda una oración por ellos.
“Siente consuelo mi alma
y encuentra alivio mi pena
cuando siento a mis hermanos
ante el calor de la hoguera
proclamar a pecho abierto
su devoción rociera”.
El alivio y el consuelo lo encuentras mientras lees palabras escritas en corazones abiertos y vuelve la magia al sentir la candela y a los amigos en tu salón. Abrazos y besos cibernéticos, cantes y plegarias cantadas y rezadas en la distancia que ayudan a Quererla más.
“No existe verdad más grande
ni corazón más sincero,
ni expresión que sea más pura,
ni escalofrío más intenso
que una noche de cante
a la Reina de los Cielos”.
La añoranza te hace mella con algún que otro escrito, otros te han llenado de alegría y alguno hizo que se asomase esa lagrimilla “maleducá”. Ríes, lloras, cantas, rezas… ¡sueñas!. Y pides que te dejen seguir soñando.
La mirada se te va de nuevo al cuadro de la Señora. Miras el reloj. Apagas el último cigarrillo. El tiempo, siempre el tiempo. Vuelves a mirarla cuando apagas el ordenador… “joé, que se me va la mañana”.
Tu pensamiento se quedó clavado en ese escrito que hoy te llenó el corazón de rocío y bajas las escaleras canturreando el estribillo que se te ha “quedao metío”….
“Pregúntale al que lo siente
que si daría su alma
por no faltar al encuentro,
él te dirá que con gusto
por Ella mi vida entrego ”.
Y piensas que sí, que tú la entregarías.
Argaijo (Miembro del Foro del Rocío)