Era noche de estar contigo, Madre, Reina, Señora, Pastora. Toda una noche contigo, toda una noche de miradas cruzadas, a tu vera, siempre a tu vera quisiera sentirme, como esta noche, tenerte tan cerca, como esta noche.
Sentirme en los umbrales del cielo, sentir que para Ti eran todas las oraciones, todos los cantes, todos los suspiros, todas las lágrimas, todas las gratitudes, todas las peticiones. Devuélveme la paz, Madre, devuélveme la ternura, Madre, devuélveme la comprensión, Madre, dame capacidad de dar, Madre, dame fuerzas para caminar TU camino, “…porque en tus manos yo estoy, porque en tus manos estaremos”. Tiempo que lentamente va desgranándose, minuto a minuto buscando el alba. “Tiempo detente, que es tan grande el consuelo que mi alma siente, que duren mis anhelos eternamente”.
Que no amanezca, Madre, que no termine este sueño cumplido, que no termine mi asombro, que quiero seguir sin dar crédito a lo que veo, a lo que me rodea, que no se termine este milagro de recogimiento y silencio, este milagro de la multitud con un solo corazón, este milagro que es el Rocío.
“Cuentan que un coro de estrellas, errantes cometas de la inmensidad, bajaron a la Rocina buscando una reina para coronar. Moría, estaba muriendo el sol y doce estrellas bajaron y a la Virgen coronaron por ser Reina del Amor”.
En tu reja quise decirte tanto que nada te dije, pero todo lo sabes. Sabes lo que encierran cada uno de los suspiros, cada una de las lágrimas enjugadas. Nos mirábamos y nos entendíamos. ¿Quién dice que Tú no miras?. No se puede estar más feliz. Miraba a mi alrededor, y allí estaban mis amigos, tus hijos; pensaba que no se puede ser más afortunado, Madre, que con el paso del tiempo está más viva la candelita que Tú encendiste entre nosotros, “… que si no están los amigos” te pedía cantando Susana.
Tu pueblo derramando fe, tu pueblo enseñándonos a quererte, enseñándonos lo que tenemos que hacer, compartiendo conmigo la herencia recibida; “…que si alguno se atreviera y le rozara Su pelo…”.
El silencio del templo roto por el rezo del Santo Rosario presagiaba el alba. Hora de partir. Triste por la partida, feliz porque Almonte, tu pueblo, me permitió ser guardián de tu sueño.
Cuando vuelva a verte estarás en tu ermita y Almonte te añorará en la soledad que provocará tu ausencia y yo soñaré con sentirte el Lunes de Pentecostés.
El rocío de la mañana mojaba las calles desiertas de tu pueblo y la tristeza mi corazón, pero en él ha florecido una flor de romero que Tú, Señora, Reina y Pastora, Madre, sembraste en una noche de guardia.
Media luna, grande y naranja, y un lucero de la mañana adornaban tu cielo y empezaban a devolverme la ternura.
GRACIAS MADRE.
Argaijo (Miembro del Foro del rocío)