Soy un chico de 18 años muy apasionado de la Virgendel Rocío. De pequeño caí enfermo sin que los medicosencontraran solución. Mis padres no son rocieros y probarondesde caros médicos hasta curanderos sin encontrar solución y mientras yo me moría poco a poco. Un amigo de la familia sirvió de «enchufe» para que una tarde el vigilante de la ermita me posara en el manto de la Virgen y me dejara resbalar hasta llegar a los pies de la Venerada. Poco tiempodespués, los medicos diacnosticaron una mala absorción de lactosa y gluten. Gracias a la ayuda de la Virgen (yo quierocreerlo) puedo ir cada año a visitarla a su santuario.