En el río Guadiamar, por el pasito del Quema, yo me volví a enamorar de esa Paloma Almonteña. Y en la noche del Palacio, entre palma y soleares, yo soñé que a mi Rocio, le tocaba los varales. Y en la Aldea del Rocio, ante esa Paloma Blanca, mi cuerpo se puso frío de invierno de Salamanca. ! VIVA LA VIRGEN DEL ROCIO