Representaciones, en Grabados antiguos, de Ntra. Sra. la Virgen del Rocío
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A través de las estampaciones realizadas en los siglos XVIII y XIX, hemos comprobado la consolidación de una imagen visual, basada en la ráfaga de puntas, el rostrillo y el perfil cónico producido por la saya. En el siglo XVIII, el aspecto de la imagen de culto apenas se diferenciaba de las imágenes marianas de España, y no sólo las de Andalucía. A pesar de aseverar que se trata de un «verdadero retrato», no preocupaba tanto el parecido fisonómico cuanto la imagen global, integrada por el conjunto de vestido, signos y accesorios. Las reiteradas versiones mantienen con escrupulosa fidelidad la vestimenta regia, los atributos iconográficos y el texto de las indulgencias, salvo un error en la cifra de días, que es repetido por un solo copista.
Sin embargo, mientras las demás imágenes marianas adoptarían definitivamente la innovación introducida en el siglo XIX, de la ráfaga de rayos y la aureola de la corona, de reflejos planos biselados en sus extremos, la imagen de la Virgen del Rocío, que también contó -y cuenta- con este tipo de ráfaga, volvió a las formas dieciochescas, tal vez por la riqueza de la ráfaga de puntas de plata de martillo y por la memoria de sus donantes, los hermanos Tello de Eslava.
Así quedó configurada la imagen visual de la Patrona de Almonte, que permite que la silueta de la ráfaga -o un simple fragmento de ella, como el utilizado en el logotipo del Centro de Estudios Rocieros-, identifique de inmediato la figura de la Reina de las Marismas y evoque el universo de piedad, de fe y de emociones que la rodea.
Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA
kiara
hermosísimo