A las doce de la noche se apagaron las luces de la Casa Hermandad del Rocío de Isla Cristina y comenzaron a sonar las primeras notas de la guitarra de Juanlu Camacho para que comenzaran a cantar la Salve Paco González y su hijo Francisco. La Salve que en su día tan popular hicieron los Romeros de la Puebla pero versionada por ellos, casi como una "nana", porque el silencio y recogimiento que lograron de todas las personas que se encontraban allí en ese momento sólo se consigue cuando las cosas se hacen con verdadero sentimiento, rompiendo, después, con una fuerte ovación que quedó rota con los vivas de la Hermana Mayor.
Y, a continuación, las sevillanas, pero se perdieron las cuentas de cuántas salieron de sus gargantas, de cuántos oles se escucharon, de cuántas oraciones se dedicaron a la Madre de los rocieros porque, sin duda alguna, consiguieron transmitir toda la devoción que Ella levanta y que tanto Paco como su hijo Francisco llevan muy dentro.
Mágicas son las noches que se viven a los pies del Simpecado cada viernes y sábado de Salve y, esta noche, sin duda alguna, permaneció durante mucho tiempo sobre la plazoleta gracias a las manos de Juanlu Camacho, Paco González y Francisco del Rocío González.