El Jubileo Cristiano fue inaugurado por Jesús en la sinagoga de Nazaret como «año de gracia» y como «año de misericordia», esperando que la higuera estéril diera frutos. Por ello, es una llamada a acoger la buena nueva y a convertirse a Dios, y quiere decir que es una gracia que requiere una respuesta coherente de fe, humilde y decidida.
Con motivo del Cincuentenario de la Romería de Nuestra Señora de La Bella, Patrona de Lepe, la Penitenciaría Apostólica ha concedido que los fieles puedan lucrar la Indulgencia Plenaria desde el día 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, hasta el 8 de Mayo, Solemnidad de la Ascensión del Señor. Y esa indulgencia plenaria se concede a todos aquellos y aquellas que peregrinen hasta las plantas de La Bella.
Y es por ello que el domingo 06 de marzo, la Fervorosa e Ilustre Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Isla Cristina, al toque del tamborilero y de cohetes, anunció a Lepe que lo más hermoso de la Hermandad como es el Simpecado, recorría sus calles para llegar ante Ella, la Virgen de La Bella para acogernos, por mediación de su abrazo, a la Palabra del Padre Celestial, gozar de su Misericordia, de su Presencia, de su Palabra…, de su Paz.
Estuvimos acompañados, en nombre del pueblo de Isla Cristina, por la alcaldesa Dª Antonia Grao Faneca y ante la puerta de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, la Junta de Gobierno de la Muy Ilustre, Fervorosa y Franciscana Hermandad de La Bella nos esperaba y recibía con ese abrazo fraterno entre dos Hermandades que siempre han gozado de una sincera y hermosa amistad. Y de esa manera, todos juntos, entramos en el templo, produciéndose un hecho que quedará en la historia de la Hermandad del Rocío al verse las dos más bellas de entre las bellas en el Altar, junto al Pendón lepero y los Estandartes de ambas Hermandades y celebrando la Eucaristía nuestro querido sacerdote D. Carlos Javier Rodríguez Parra.
Es importante destacar el hermoso detalle que la Hermandad de la Bella tuvo con la Hermandad y con la Alcaldesa de Isla Cristina imponiendo las medallas de la Conmemoración de este Jubileo además de un Pergamino recordatorio y entregando a los fieles que nos acompañaron la credencial de haber «ganado el jubileo».
Y así, volvimos a Isla Cristina, con el gozo de haber cumplido un sueño deseado de unir nuestras manos y nuestros corazones en ese pueblo tan querido de Lepe y ante su mayor tesoro, la Virgen de La Bella y como cristianos, dichosos de la indulgencia recibida.
Finalmente se consiguió