Mide el tiempo Triana con un reloj de arena. Arenas de la Raya, arena de las coplas, arenas de una aldea de chozos y cañizos, adonde marchan lentos camiones de batea, adornados con palmas en los viejos corrales de la calle Castilla, de Fabié, de la Cava, cantando sevillanas con el vino de Umbrete por caminos que entonces no había carretera ni más luz en la aldea que el brillo de la Virgen. O quizás es clepsidra donde el agua del río, un río de cucaña y de sirga y de muelle, de barcos areneros y de flechas navales, falúa y cigarreras, tranvías por el puente, la va marcando siempre al modo trianero estos años que pasan en forma de Rocíos.
Y en arena o en agua, ese reloj me ha dicho que ahora cumple Triana sus doscientos Rocíos. Los niños cumplen años, cumplen siglos las piedras, milenios las ciudades…y Triana, Rocíos. Quiero decir Triana al modo marismeño que le llama Triana a las viejas soleras de la hermandad que un día le naciera en la Cava y con agua del Quema un cura bautizara y le puso este nombre de Arrabal y de Guarda, porque guarda, señores, a la Blanca Paloma su verde Simpecado en calle Evangelista. Quiero decir Triana. Quiero decir Astolfi. Quiero decir Murillo o quiero decir Sierpes, y Rosales, y Alonso, y Adorna y Guardiola. Y escucho por la calle, porque ya es primavera, tamboriles y gaitas que rifan por Sevilla el garbo cartujano de una jaca alazana, repicando sus cascos adoquines de gracia, y cohetes que estallan porque hoy en San Jacinto predica la novena el Padre Bienvenido y desde Castilleja ha venido a rezarle al viejo Simpecado de sueños y promesas Bernardo el anticuario, el hermano de Diego, que Los Reyes esperan y pintan de celeste los zócalos queridos de esa calle que llaman Real los chorreones; chorrea señorío, como el río y el campo, los cortijos y haciendas, cuando pasa Triana. Caminos de cigüeñas, de Gelo y cancelines, Andalucía toda, cuando llega Triana, cuando pasa Triana camino del Rocío e inaugura la plata que lleva al Simpecado la alegría tartésica que llaman primavera.
Fue obra de Triana que el Rocío llegara a lejanos confines, arropado en su fama. El cine y las novelas tal nombre le pusieron a la fe rociera que tienen nuestros pueblos. La Virgen del Rocío dicen que entró en Triana y el alba parecía narrándola en su libro aquel gallego serio que Lugín se llamaba y contó al mundo entero que en Triana se reza cantándole a la Virgen que vive en La Rocina. Y fue luego que el cine, con Juana y con Cifesa, según Triana puso en "La Blanca Paloma" romerías antiguas de cañera y promesa por todas las pantallas de tardes elegantes y en paredes de pueblo de cines de verano con su salamanquesa más clásica que el No-Do. Y cuando coronaron a La que está en Almonte, y le escribió sus coplas de vela y de rosario Pabón, el de Gallito, con su pluma de oro, ya Triana fue entonces pregonera ante el mundo. A aquel Rocío iban muchachas trianeras. Sevilla las veía marchar en sus carretas, repicando Triana en palillos y cintas, y el cajón ya no era aquel del Simpecado, que carreta de plata aseguran las coplas llevan los trianeros. Aunque llueva o ventee, diluvie o haga frío, así un año tras otro, el nombre de Sevilla se encarnaba en Triana.
Tan antigua es Triana que vio nacer al puente, y a la Blanca Paloma rezaba aquella tarde en que dicen que vino la Reina a inaugurarlo, con peina por corona y un mantón de Manila que arrastraba sus flecos llegando al Altozano. Tan antigua es Triana que hasta Justa y Rufina creo yo que carreta montaban en su casa y a aquellas alfareras de calle Alfarería convidaban con ellas a venir al Rocío. Tan antigua es Triana que cuando ahora le escribo, sombrero de ala ancha lleva Carlos Astolfi. Y en una casa guardan el viejo Simpecado. Y están las estanqueras de calle San Jacinto. Y coplas nuevas cantan esos Hermanos Reyes con versos inmortales de Manolo Pareja. Y todo es como entonces, porque el tiempo no pasa. Mide el tiempo Triana con un reloj de arena. Arena de la Raya que en vez de marcar años va marcando Rocíos, llevando al universo la devoción de un nombre que está su Simpecado de terciopelo verde de Esperanza y Pureza. De la Blanca Paloma.
Antonio Burgos
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