La romería del rocío llegó a su fin para los peregrinos gaditanos. Anoche, al borde de las nueve, hicieron su entrada de regreso, que apenas provocó incidencias de tráfico, si se compara con la salida. Atrás quedan los recuerdos de los momentos vividos durante el camino y la estancia en la aldea. La procesión de la Virgen, el lunes de Pentecostés, y el camino de vuelta. Es el momento de contar los días que faltan para emprender el camino de 2010.
Muy temprano, a las seis de la mañana, comenzaban a levantarse los primeros romeros gaditanos para emprender el último día de camino. El tamborilero anunciaba con su toque de alba, que la acampada se preparaba para reanudar la marcha. Las caras de cansancio delataban a los hermanos que habían aprovechado hasta el ultimo momento de la noche anterior para guardar el simpecado y cantar las ultimas sevillanas.
En torno a 7.45, el simpecado de la hermandad gaditana tomaba los surcos que llevaban hasta el Cerro de los Ánsares. El día nublado y el viento fresco que soplaba propiciaban que las arenas estuvieran asentadas y no dieran muchos problemas a los animales y vehículos que acompañaban a la comitiva de regreso a Cádiz.
Tras pasar por Carboneras, Cerro del Trigo, Palacio de las marismillas y hacer la última parada en Doñana, la comitiva llegó a Sanlúcar. A las 15 horas, el Simpecado de Cádiz llegaba hasta la playa de Malandar para realizar el embarque a las cuatro de la tarde. Ya en la otra orilla, se rezaba una oración ante la imagen de la Virgen del Carmen que tiene su capilla en el paseo de Bajo de Guía.
Rumbo a Cádiz
Tras cruzar en las barcazas de Cristóbal Anillo, los romeros gaditanos organizaban la comitiva para emprender el último tramo. A las 20 horas, el Simpecado ya estaba en la barriada del Río San Pedro, donde una gran cantidad de hermanos que no habían podido asistir a la romería, esperaban para acompañar lo. 60 minutos más tarde, la caravana enfilaba la avenida principal rumbo a la iglesia de San José. Con la junta de gobierno formada en representación, y una gran cantidad de romeros tras la carreta, Cádiz recibía con los brazos abiertos a sus romeros que al compás de flauta y tambor y un estruendo de cohetes se anunciaba el regreso.
Mientras, un gentío comenzaba a llenar la plaza de Jesús de la Paz para presenciar los últimos metros de camino de la hermandad gaditana. Con la plaza exterior de la Iglesia abarrotada, Diego González procedía a bajar el Simpecado de la carreta para entregárselo al alcalde de carretas, Francisco Javier Gutiérrez que a su vez, se lo confió al hermano mayor, como signo de entrega de nuevo de la hermandad.