Los rocieros y la reserva natural de Doñana han convivido desde hace centenares de años. Los unos forman parte de la otra y viceversa. Nadie se plantea siquiera que, estas dos caras de la misma moneda, puedan llegar a distanciarse y mucho menos a separarse. Sin embargo el impacto que el paso de las hermandades rocieras causa año tras año a su paso por el Espacio Natural de Doñana es algo que preocupa a todos los que, de una forma y otra, están implicados con el Espacio Natural.
El director de Doñana, Juan Carlos Rubio, que reconoce como una practica legendaria el paso de las hermandades rocieras por la reserva natural, señala que la diferencia que se ha producido en los últimos años, y más concretamente desde mediados de la década de los 90, ha sido la masificación de las hermandades debido al incremento en la demanda de ocio y tiempo libre de la población. Así que no es tanto le hecho en sí de que las hermandades atraviesen el Espacio Natural como que ahora vayan muchas más personas, requieran de mayor número de vehículos de motor y, en general, más infraestructura para moverse por la reserva natural, lo que necesariamente origina un rastro mayor del que se venía dejando por Doñana tradicionalmente. «Lo que antes era minoritario y se hacía con medios tradicionales, ahora es muy diferente. Este aumento de peregrinos exige más medidas de control y de seguridad tanto para los romeros como para el espacio protegido».
El representante de Ecologistas en Acción en Doñana, Juan Romero, entiende que es una necesidad poner límites a esta masificación de peregrinos por el corazón de Doñana y apunta la conveniencia de «restringir» el número de vehículos a motor que llevan las hermandades así como el número de noches que pasan los romeros en el interior del Espacio Natural y, sobre todo, apunta a las hermandades gaditanas. De forma que se de un giro hacia «usos y costumbres tradicionales», al menos en el interior del parque y que los romeros con vehículos a motor utilicen las carreteras.
Juan Romero exige que se aplique la Ley también para los romeros cuando se prohibe encender candelas dentro de Doñana. También critica que así como la Junta de Andalucía ha endurecido las penas para los pirómanos no se aplica la misma vara de medir para los peregrinos que causan fuegos en el interior de Doñana, a pesar de ser esta una reserva natural de incalculable valor.
A su juicio, el problema de las basuras sigue siendo «una asignatura pendiente que deberían asumir las hermandades», así como el impacto de ruidos que genera una caravana de miles de personas «cuando cruzan por la Pajarera con motores de refrigeración y vehículos».
Romero señala también el «alto riesgo» que existe para las personas que cruzan el parque pues durante días quedan completamente aislados, «cualquier incidente podría crear una trampa mortal puesto que los servicios de emergencias tardaría horas en llegar donde están debido a las características en sí del parque».
A pesar de estas puntualizaciones, Romero señala que «se ha avanzado mucho en los últimos años, sin embargo todavía quedan muchos que hay que resolver».
Las hermandades rocieras se amparan en el valor cultural e histórico que la romería de El Rocío tiene en toda Andalucía. Hace siglos que los rocieros llegan caminando hasta la aldea almonteña atravesando, primero, el Coto de Doña Ana y, más tarde, Doñana. El presidente de la Hermandad Matriz, José Joaquín Gil, dice que cuando nadie conservaba Doñana, el paso de las hermandades contribuyó a mantenerlo. También es cierto que en los últimos años, las hermandades en colaboración con el Plan Romero y la Junta de Andalucía, se han esforzado en poner todos los medios a su alcance para que el rastro de los peregrinos se note lo menos posible. El presidente de la Hermandad Matriz, José Joaquín Gil, marca una fecha y un hecho; en 2005 cuando recibió una carta de Parques Nacionales felicitando a los peregrinos «por su buen comportamiento durante el paso por Doñana».
Así las hermandades han admitido la regulación administrativa de poner límites a los vehículos a motor, a seguir un itinerario concreto, a no encender candelas y a llevar su propio servicio de recogida de basuras.
El caso es que durante los días de ida y vuelta a la romería por los caminos que rodean Doñana transitan alrededor de 65.000 personas, más o menos, de las que unas 11.000 lo hacen a través de la zona de reserva de Doñana, es decir, los peregrinos que acuden con las hermandades gaditanas. El responsable del Plan Romero en Cádiz, Miguel Angel Rodríguez, que lleva años dirigiendo el paso de la decena de hermandades que atraviesa el Guadalquivir para llegar a la romería explica que con este volumen de personas y los 10 kilómetros de caravana que forman en el interior del espacio protegido es imposible pensar que no se vaya a notar. Más porque «aunque la mayor parte de los romeros tiene un comportamiento impecable, lo cierto es que siempre existen actitudes individuales en algunas zonas que no son correctas». Y añade que «frente al 95% que recoge toda la basura que genera, existe ese 5% que no lo hace y que resulta que es lo que más se ve».
El parque tomó medidas tras la romería de 2006 cuando se registraron cuatro incendios durante el paso de las hermandades, los incidentes surgieron a consecuencia de un cigarro mal apagado, en la zona del Cerro del Trigo y apuntaban a la Hermandad gaditana de Sanlúcar de Barrameda. «Sin embargo, en 2007 no hubo incidentes», destacó Rodríguez. El año pasado tan sólo hubo un conato en el camino de Moguer. Rodríguez justifica que la hermandad de Sanlúcar es la más numerosa, con diferencia, de las que se adentran en Doñana. Más de la mitad de los peregrinos gaditanos van con esta hermandad, lo que significa que van más organizados pero también existe más descontrol.
El presidente de la Hermandad Matriz alude al «diálogo y a la buena voluntad de entendimiento por parte de todos» para llegar a acuerdos, crear una buena disposición y tomar las medidas necesarias para llevar a cabo algo que «nadie puede discutir» como es el paso de las hermandades rocieras por el Espacio Natural de Doñana en su peregrinaje hacia la romería de la Virgen del Rocío.