La Virgen del Rocío ha regresado a su ermita, arropada por una multitud de personas, a las 12:36, después de casi diez horas de procesión por las calles de la aldea almonteña, apenas media hora después de que lo hiciera el año pasado, cuando entraba en su Ermita en torno a las 12:05.
Este año el tradicional salto de la reja y bajada de la Virgen de su presbiterio se ha retrasado también alrededor de media hora conforme al año pasado, y fue a las 2:50 horas de la madrugada cuando los almonteños se hacían con las andas de la Blanca Paloma y, unos 20 minutos después, salía por las puertas del Santuario para comenzar su tradicional recorrido por la aldea visitando a las hermandades filiales, la primera de ellas la de Huévar (Sevilla).
Durante la procesión se han repetido los momentos de emoción, satisfacción y alegría, reflejada en las caras de los romeros que, a su paso, le tocaban palmas, la vitoreaban y, como no, le trasladaban sus peticiones y plegarias.
Un año más, la procesión de la Virgen ha vuelto a dejar imágenes para el recuerdo a su paso por cada uno de los 106 Simpecados de sus hermandades filiales, a las que ha devuelto la visita realizada el pasado sábado en la Presentación.
En todo su recorrido la Blanca Paloma ha estado acompañada por miles de fieles, cuya presencia se hacía aún más intensa conforme se iba aproximando de nuevo a su ermita.
Los vuelos de niños a manos de los costaleros para ser acercados lo más posible a la Virgen pidiendo para ellos su protección tampoco han faltado este año.
Unos 20 minutos antes de la entrada de la también llamada Reina de las Marismas el repique de las campanas del Santuario anunciaba que la imagen llegaba de nuevo a su casa, algo que ocurriría tras recibir una petalada de rosas desde los balcones de la casa de la Hermandad Matriz de Almonte -la última de tantas recibidas a lo largo de la madrugada-.
Después de su entrada en el Santuario los almonteños han recorrido la distancia desde el dintel al altar para, de nuevo, colocar a la Virgen en su presbiterio.
Tras el fin de la procesión, las hermandades comenzarán de forma progresiva a abandonar la aldea para realizar el camino de vuelta a través de las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.