Cuando la Virgen vuelve a su Aldea, la alegría de la misma es solo comparable a la que siente su pueblo de Almonte cuando la recibía en Agosto, aún teniendo en cuenta que la primera ha estado nueve meses sin Ella, al contrario que el otro, que había esperado siete años.
Nueve meses de distancia y soledades que sobre la marisma han pasado en uno de los inviernos más tristes que se han conocido en la Aldea.
Apenas han transcurrido veinticuatro horas que los componentes de la última guardia abandonaban la Parroquia y no hace ni doce horas que se ha cantado la última Salve en la misma por el pueblo de Almonte, cuando la Virgen, tras recorrer durante toda la noche su pueblo despidiendose, es velada en el Alto del Molinillo del Chaparral. Las primeras luces del amanecer se vislumbran y no hay mas remedio que emprender la marcha.
En las puertas de sus casas, muchos mayores, que día a día han ido a charlar con Ella a la Iglesia, que han ocupado esos bancos, confidentes de tantas promesas, no podrán contener el llanto de Verla partir, pues saben que por desgracia y para muchos de ellos, se cumplirá aquella letra que decía " Quédate Señora, que tal vez nunca más te veremos, volver de Pastora". Con los ojos nublados la verán salir del pueblo buscando Olivarejos. "…quién te volverá a Ti a ver, Pastora de tu rebaño, rompiendo el amanecer…"
Apenas nos dé tiempo a pensar, hemos dejado atrás el Hogar del Pastorcito y habremos cruzado la carretera. Poco después, la antigua Casa Forestal verá pasar la comitiva que se prepara para cruzarla por segunda y última vez. Las parcelas nos esperan. Empieza a oler a marisma.
La vuelta de la Virgen al Rocío no es igual que su Traslado a Almonte. El misterio de la noche que encerraba el mes de Agosto, bajo aquel cielo de estrellas que se dejaban entrever entre la polvareda, se cambia ahora por la luz clara del amanecer y del posterior día que acompañará a la Señora camino de su Aldea.
El frescor de aquella noche, se verá suplantado por la calima marismeña de Mayo, que apunta caluroso. El polvo levantado por los miles de pies, encanecerá las cabezas que se protegen del calor. No importa, p´alante siempre.
A media tarde, se vislumbran en el horizonte las marismas de cal de las casas de la Aldea.
La llegada a la misma, a la caída de la tarde, es algo incomparable. Los primeros arcos de flores y altares la recibirán a la altura de la calle Santa Olalla: "Bienvenida a tu Aldea" será, casi con toda seguridad, la coronación de ese primer arco.
Las salvas de escopetas, que enmudecieron en la noche del 19 de Agosto, que han estado dormitando en un rincón pero siempre a punto de funcionar y que se han estado preparando desde el reciente Domingo de Resurrección, estallarán con la alegría de verla, poniendo sus dobles gargantas al rojo, aliviadas con un pañuelo marismeño.
Los vivas se repetirán y todos, sin excepción, aldeanos y del pueblo, niños y mayores, no podrán reprimir sus lágrimas cuando al igual que ocurriera aquella ya lejana tarde de Agosto del pasado año, la subieran para velarla al Altar del Pañito, pero esta vez para que vuelva a ver con sus ojos su Aldea, Su casa, la cual no volverá a abandonar hasta dentro de ….siete años.
Desde allí, imaginaros el recibimiento que le espera. Las calles ya están siendo preparadas, las flores están hechas hace meses. Los palos llevan más de un mes puestos. Sólo queda que su silueta se recorte por los carriles que desembocan en El Rocío desde las parcelas de los antiguos Baldíos del Rocío o Lotes como también se le conocen e inmortalizadas en aquellas sevillanas de Los Rocieros de hace varios traslados:"La verdad tiene un camino y en Almonte tienen dos…"
Poco a poco avanzará hacia la Ermita. Los hombros de los almonteños traicionaran a sus dueños que querrían que no llegará el momento, pero no hay más remedio que depositarla en su altar, espléndido para la ocasión, recién terminado, con cuatro ángeles subidos a su columnas, que con sus instrumentos musicales cantarán a los cuatro vientos que ya llega La concebida sin mancha, la Pura y Limpia, La Bendita entre todas las mujeres: La Madre de Dios.
Ultimada esta tarea, las últimas salves se rezarán ante Ella y las escopetas se quedarán afónicas desgañitando las últimas salvas hasta dentro de siete años.
Cansados, con la alegría de que ya está en casa, abandonaremos la Ermita; una última mirada en su retablo y a descansar. El alma reconfortada por el camino que acabamos de vivir desde esta madrugada está pletórica, pero el cuerpo físico necesita reposo. Mañana hay que terminar de ultimar los preparativos para El Camino que en pocos días comenzaremos cada cual con nuestras Hermandades.
Ahora a soñar con la ya vivido, a recordar esas guardias, esos escalofríos al amanecer en la Parroquia por el frío y sobre todo por los cantes y por supuesto, a pedirle salud para, dentro de siete primaveras, poder volver a verla bajar vestida de Pastora.
Un saludo a todo el Foro de este Cazador de Las Rocinas
Goro Medina (Miembro del Foro)