Esta mañana, a las 13 horas, en el Valle, se celebrará la acostumbrada misa de campaña en honor de la Virgen del Rocío, que anualmente se celebra, antes de que la hermandad rociera de Murcia emprenda el regreso a su sede en la iglesia de San Francisco Javier-San Antón. La salida de la comitiva será esta tarde, después del almuerzo, sobre las 16.30 horas.
Como es tradicional la Hermandad de María Santísima del Rocío de Murcia realizó ayer su rocío chico, es decir, la pequeña peregrinación que todos los años realizan al Valle y en la que participaron cerca de 499 personas, 60 carruajes y un centenar de jinetes, marchando unidos al son de la dulzaina el tamboril.
La comitiva se formó en la puerta de la parroquia de San Francisco-Javier, frente a la estatua del padre Joseíco, el que fuera su primer consiliario y entusiasta rociero.
Este año debido a las obras que se están realizando en la avenida de la Libertad, la comitiva alteró su tradicional recorrido, transcurriendo por la Murcia antigua, deteniéndose ante ermita de San Antón, la hornacina de la Virgen de las Angustias, el convento de las madres Agustinas, donde las monjas entusiasmadas, obsequiaron a los rocieros con unos escapularios para los niños.
El hermano mayor de la Hermandad, Blas Egea, afirmó que la romería de ayer había resultado emocionante y que en próximas ediciones volverán a repetir el itinerario, aunque la avenida de la Libertad esté ya franca. «Pasar por los antiguos conventos, parroquias y monumentos marianos de la ciudad, ha sido una experiencia estupenda para todos» afirmó. Egea acaba de ser reelegido como hermano mayor, para otro cuatro años.
Las monjas de la Inclusa también recibieron con alegría el paso de la comitiva rociera por los tapiales de su convento. En la parroquia de San Nicolás se detuvieron para cantar una salve y luego en San Pedro estaban los representantes de las cofradías de la Esperanza y de la Caridad, esperando el paso del Simpecado, para ofrendarle flores y los tradicionales vivas a la Virgen del Rocío y a la Fuensantica, ya que siempre va junto al Simpecado en la hermosa carreta de plata, tirada por bueyes.
La comitiva salió a la plaza Martínez Tornel y se detuvieron para cantar ante la hornacina de la Virgen de los Peligros. Después en la plaza de Camachos, la familia Roses aguardó a la comitiva de jinetes y romeros para obsequiarlos con los clásicos picatostes y rebujitos, antes de proseguir a la iglesia del Carmen, donde se rezó el Ángelus.
Salves antes de almorzar
En Santiago el Mayor los rocieros fueron recibidos también con gran entusiasmo, por las distintas asociaciones del barrio. Tras pasar por la parroquia, tomaron el camino de Patiño, donde visitaron la parroquia, para cantar sus salves, antes del almuerzo.
Comieron en los jardines de Patiño, donde el pedáneo les obsequió con una gran paella. Sobre las siete de la tarde los romeros llegaron al Valle, y a las doce en punto de la noche se rezó el tradicional rosario rociero, a la luz de las candelas, y ante una gran fogata. Numerosos romeros velaron el Simpecado durante toda la noche.