Os pongo aquí esta carta del Padre Antonio Gutierrez, misionero Salesiano que ejerce su labor en Sierra Leona y que ha sido el destinatario de nuestra Ofrenda 2015.
Nos habla de la escuela de Barlei, donde hemos hecho el Pozo.
Merece la pena su lectura y posterior reflexión.
Argaijo
TRIBULACIONES Y GOZOS DE UNA ESCUELA QUE…
El tiempo que llevo por estos lares, ya más de dos años, me va permitiendo ver y observar muchas cosas y, una vez observadas y reflexionadas, intentar llegar a conclusiones que me permitan actuar.
Eso es lo que he ido haciendo con ayuda de unos y otros, en primer lugar con los salesianos que conmigo están, pero también con otros colaboradores que tenemos cerca.
Nuestro objetivo es el desarrollo, y se puede esquematizar en “enviar gente a la escuela”, y el método de hacerlo es el salesiano. Pensamos en el lema de Don Bosco de formar “honrados ciudadanos y buenos cristianos”.
La teoría suena muy bien, pero cuando venimos a la realidad concreta, las cosas se presentan bastante diferentes. Algo que me ha quedado grabado en la memoria es el comentario que me hizo una maestra: “Desde hace veinte años, la educación en Sierra Leona no ha hecho más que bajar de nivel”. Mi impresión es que hay colegios que tienen estudiantes con uniformes vistosos, pero que no tienen nada dentro. Hay una buena imagen exterior, pero el interior está vacío. Y lucen uniforme, pero la mayor parte no saben leer o escribir aún en los cursos mayores de la escuela primaria.
Si esto es la situación en general, que también tiene sus excepciones muy positivas, podemos venir a lo que conocemos más en concreto y ver lo que nos encontramos. En la zona que nos ha confiado el obispo hay cinco escuelas católicas y cada una de ellas presenta unas características muy particulares.
Hemos tratado de hacer un estudio de la situación concreta de cada una de ellas y así poder sacar conclusiones que nos ayuden a la hora de “enviar gente a la escuela”. Y pongo “gente”, no niños solo, porque pienso también en los adultos iletrados.
Nos hemos encontrado con una escuela en la que hay cinco maestros, de los cuales el director está jubilado desde hace dos años, pero no cobra la jubilación porque aún no ha hecho los papeles; y los otros cuatro son maestros comunitarios, lo que quiere decir que no tienen título y así no reciben salario del estado.
Esta escuela está en un pueblo en el que se ha hecho el camino para vehículos hace tres años, según me han dicho. Lo han hecho colaborando la gente de los pueblos y sin maquinaria, a mano. La mayoría de los pueblos de alrededor, de donde vienen los alumnos no tienen más acceso que una senda para llegar andando y, los que vienen a la escuela, la recorren cada día.
Con este análisis y vistas las circunstancias hemos decidido comenzar a trabajar con esta escuela y ver hasta donde podemos llegar. Hemos hablado con los maestros y hemos visto que están motivados para hacer su trabajo, pero ¿quién puede venir a clase y trabajar si no recibe una paga?
Hemos comenzado por darles una pequeña ayuda, que para ellos ya es mucho, pues donde no recibían nada, recibir algo, por poco que sea, ya es un cambio. Y hemos percibido los cambios que esperábamos: los maestros han comenzado a estar presentes en la escuela con regularidad, los alumnos reciben la clase, el nivel académico aumenta y el número de alumnos se ha duplicado, porque en las otras escuelas pasa más o menos lo mismo que pasaba en esta y cuando han visto que en esta escuela los maestros vienen con regularidad, los padres han decidido enviar a sus hijos a esta escuela.
Las necesidades en la escuela son todas; pero no se puede dar todo de golpe, pues no lo apreciarían y mucho lo desperdiciarían. Por ello hemos comenzado por partes. Primero motivar a los maestros, seguimos con los alumnos, les hacemos un pozo de agua para beber, preparamos huertos en donde intervienen alumnos y maestros, hacemos viveros… Y una de las construcciones que llegarán será un nuevo edificio para la escuela.
En esta situación tenemos un programa que queremos seguir, comenzando por esta escuela, pero siguiendo con las otras en la medida en que podamos y según las necesidades y la colaboración de cada una.
Me he reunido ya con los directores de las diferentes escuelas y juntos hemos tratado de ver las necesidades que cada una tiene y las soluciones que podemos encontrar a estas necesidades, cada uno en particular y todos en general. La reunión les gustó y el comentario que hicieron es que es algo que debemos repetir con regularidad. Por lo menos reconocen lo positivo de encontrarnos y te animan a seguir haciéndolo, que no es poco.
Dos de los maestros de esta escuela se preparan para casarse por la Iglesia en pascua, después de haber seguido una formación semanal durante dos años conmigo. Por ello puedo decir que están motivados, que nos conocemos y que vamos a intentar hacer las cosas en serio, pues contamos con gente consciente de la situación y con ganas de hacer algo positivo.
Tenemos en programa el ayudar a los maestros a completar sus estudios, pues este es uno de los primeros problemas, el que no tienen título y así no pueden ser reconocidos por el estado y no se les paga.
Creemos que el ayudarles a conseguir el título es una manera muy buena de motivarles y reforzar su vocación al magisterio, además de tratar de estar con ellos y darles en encuentros trimestrales formación pedagógica y hablarles del sistema educativo de Don Bosco.
Cuento esto para que nos demos cuenta en qué situación nos movemos. Hacer un pozo, construir un edificio para la escuela, becar a los maestros para que puedan obtener su título, conseguir mobiliario para la escuela… entra dentro de nuestros objetivos por el momento. Lo que podamos ir realizando lo haremos conocer para que todos nos sintamos solidarios con los esfuerzos que hacemos por mejorar las condiciones de maestros y alumnos sabiendo que la educación es la mejor obra que se puede hacer por un país.
A cuantos de una u otra manera han colaborado, colaboran, o piensan colaborar con nuestro trabajo, un GRACIAS sincero y el deseo de que todos seamos conscientes de las posibilidades que tenemos y las pongamos al servicio de los demás.
Antonio, Misionero Salesiano