Desde Cádiz y sus puertos salió la devoción a la Virgen del Rocío hacia América y otros lugares de mundo. Hacia aquel otro yo de España surgido a partir de 1492, que cambió el devenir histórico de este rincón del Atlántico y de nuestro país. Conocida desde entonces como las Españas.
Desde allí, estos días que acaba de visitar el Santuario marismeño, el anterior Primado del Perú, el Cardenal Cipriani, vino, no mucho después, a finales del siglo XVI, el gran legado del sevillano Baltasar Tercero que hizo las Américas y que permitió con su última voluntad, la fundación de una trascendental Capellanía en la antigua ermita del Rocío. Un trasiego comercial y de información de ida y vuelta durante siglos que enriqueció nuestras culturas hermanas. Desde aquí partió también la ingente labor misionera y apostólica desarrollada en todo aquel proceso y continente. Un hecho que multiplicó la geografía gaditana de conventos y zenobios, donde se preparaba a esas huestes evangelizadoras, particularmente en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda. La que durante siglos fue un gran convento con calles en su interior.
Y en la propia ciudad de Cádiz floreció en este contexto histórico la devoción rociera, al menos, desde el siglo XIX, en circunstancias que están pendiente de alumbrarse para el conocimiento. Una devoción que renació a comienzos de los ochenta del siglo XX con la fundación o refundación de su hermandad del Rocío, y que vive en nuestros días un momento de fortalecimiento y expansión.
Pues en este rincón de la geografía andaluza y rociera asistimos esta tarde a un acontecimiento realmente prodigioso. La presentación de un libro de espiritualidad mariana rociera, concebido, diseñado y escrito en un convento de clausura, por una Carmelita Descalza que se define como “Rociera”, pese a haber nacido en esa América Guadalupana que ahora nos ayuda a evangelizar nuestras tierras, prestándonos almas de Dios valientes como la suya. Prodigioso porque pareciera materialmente imposible que hubiera vivencias y experiencias rocieras, como haberlas “hailas” y como magistralmente nos relata en sus páginas, detrás de esos muros, que pudiera parecer aíslan completamente del mundo exterior. Ajenas a cualquier realidad que no sea la más próxima e inmediata.
Su testimonio nos invita a volver la mirada sobre estos lugares, a menudo olvidados, que no están de moda, para apreciar y valorizar de nuevo el trabajo callado de estos hermanos que rezan y dan culto a Dios de forma permanente; que tantas veces dan fuerza espiritual y soporte en la retaguardia a los que estamos en otras zonas del campo de batalla. Y que son un modelo de virtudes para todos los que seguimos a Cristo, en esta sociedad que le ha vuelto la espalda, que huye de sacrificios y esfuerzos personales y de todo lo que no sea el “Carpe Diem” y el culto al “Yo”. Las que hoy escrutan el mundo exterior con los ojos de los nuevos instrumentos de la sociedad digital de la comunicación y vibran y comparten también, porque son seres de carne y hueso, la fe de sus hermanos.
No. “En la oración con María del Rocío”, no es un libro más para la bibliografía rociera. Ni siquiera, para la colección de libros de espiritualidad mariana, PASTOR DIVINO que promueve la Hermandad Matriz de Almonte desde hace años, que alcanza con él su séptimo título. Libros de bolsillo, que pretenden acercar y difundir la fe rociera en el pueblo de Dios. Es, sin embargo, un libro al límite de lo posible, la expresión de la fuerza del Rocío que traspasa fronteras de todo tiempo y lugar, que no tiene límites y que está, con mucha fuerza, dondequiera que hay corazones y almas que hablan todos los días, cara a cara, con Dios. Un mensaje lleno de amor, de la Patrona de Almonte.
Fdo. Santiago Padilla Díaz de la Serna.
Presidente de la Hermandad Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte.
La foto es de Antonio Ramos Moreno