Tras ser nombrada Patrona de Almonte el 29 de junio de 1653, se acordó celebrar «Para Siempre Jamás» una «Fiesta» en su honor, fijando el Ayuntamiento el día más idóneo en honor a la Virgen María, el 17 de septiembre, día del Dulce Nombre de la Madre de Jesús.
El Dulce Nombre en aquella época no se celebraba el 12 de septiembre, sino el 17. La Iglesia en 1684 decide cambiarlo al día 12 de septiembre para conmemorar el triunfo de Viena.
Fueros unos años muy convulsos para la Fiesta de «Ntra. Sra. de Las Rocinas», España estaba en plena guerra con Portugal, y Almonte era paso obligado de los tercios españoles y extranjeros que se dirigían a la frontera, a la Plaza de Portugal. Las arcas municipales estaba literalmente en bancarrota, la actividad religiosa en la villa sufrió sus estragos. La de Ntra. Sra. del Rocío era una y otra vez suspendida.
Una vez acabada la guerra, la Romería pasó a celebrarse finalmente en la segunda Pascua de Pentecostés en 1670.
Comenzaba entonces una andadura hacia la propagación de la devoción al Rocío sin precedentes.