En efecto, todo ocurrió en 1999, aun presente la Sagrada Imagen en la parroquial almonteña, de la que se encontraba en la villa desde agosto de 1998. Un grupo de mujeres en las Guardias nocturnas que se hacen a la Señora, promovieron la idea de trasladar a la Virgen del Rocío al pueblo a finales de año para que pasara el nuevo milenio en Almonte.
No había hecho nada más que marcharse la Virgen a su santuario el 16 de mayo cuando comenzaron a recogerse firmas para llevarlo a un Cabildo General Extraordinario. Hubo opiniones de todo tipo al respecto, en el que también se difundieron que la debía de ser trasladada para que culminase el dorado de su recién estrenado retablo-camarín.
Finalmente no se llegó al quorum suficiente y no pudo efectuarse el ansiado traslado.
Aunque la historia nos ha enseñado que las decisiones de trasladar a la Virgen a Almonte siempre ha sido tomada por el Ayuntamiento y pueblo, en contadas ocasiones fueron desestimadas o no efectuadas por diversos motivos, como la ocurrida en 1707, donde el hermano mayor de la Hermandad Matriz, José Pinto, propuso trasladar a la Virgen ya que no podía celebrar ese año la romería en Pentecostés. La respuesta inmediata del Ayuntamiento fue la denegar dicha traslación y proponer al señor Pinto que si no podía realizar la romería, que la hiciese otro año. En 1925 se anunciaba unas inminentes obras en el santuario y el traslado de la Imagen al pueblo por tal motivo, como ocurrió diez años antes. La verdad que nunca llegó a realizarse, trasladándose al año siguiente por la finalización de la Guerra de Marruecos.
En agosto de 1988, precisamente otras obras en el crucero de la ermita despertaron la inquietud de los almonteños de trasladarla al pueblo, optándose por cubrir las andas con unas cristaleras que la protegería de cualquier percance.
©️𝙅𝙖𝙫𝙞 𝙀𝙡 𝘼𝙡𝙢𝙤𝙣𝙩𝙚ñ𝙤.