El teléfono no paró de sonar desde que la noticia llegó a mediodía de ayer. El hermano mayor de la hermandad isleña del Rocío, Manuel Torres Oneto, apenas daba abasto para atender las constantes llamadas de felicitación. «No he podido soltar el teléfono en toda la mañana», afirmaba sin poder ocultar su satisfacción por un reconocimiento esperado desde hace años: por fin San Fernando se convirtió en filial de la hermandad matriz de Almonte.
La decisión fue tomada en el cabildo extraordinario de oficiales que cada año celebra la junta de gobierno para tratar sobre la concesión de este título a nuevas corporaciones y que esta vez ha ido a parar a las hermandades de San Fernando y de Palomares del Río, en Sevilla. Para los romeros isleños, que empezaron a hacer el camino en el año 93, la espera culminó ayer.
La noticia, no por esperada largo tiempo, les pilló de sorpresa. Ya el año pasado la hermandad isleña había estado en la terna final y se había quedado en puertas. Este año, de nuevo, la junta de gobierno le pidió que remitiera la documentación necesaria para valorar su posible nombramiento como filial. «Siempre hemos tenido la esperanza de que llegara este día», dijo el hermano mayor isleño.
A casi medio millar asciende la nómina de hermanos de los rocieros isleños, una corporación que tiene su sede canónica en la parroquia de la Sagrada Familia, en la barriada Bazán, y que cuenta desde hace años con el reconocimiento del Obispado de Cádiz y Ceuta. La próxima semana, de hecho, se cumplirán ya siete años de su nombramiento como hermandad en la Diócesis.
La de San Fernando será la hermandad número 104 de antigüedad que constará en el registro de filiales de la matriz almonteña. Los romeros isleños, junto a los de Palomares, tendrán que desplazarse de nuevo a la aldea del Rocío la próxima semana para recibir –el sábado, día 4– el título de hermandad filial, un acto que se desarrollará en la ermita a partir de las nueve de la noche.
Este reconocimiento permitirá también que la hermandad de San Fernando pueda realizar la tradicional romería a la aldea del Rocío acompañando a su Simpecado –que se venera durante todo el año en la parroquia de la Bazán– y con su carreta, realizada desde 2002. Hasta el momento, los romeros que recorrían el camino desde La Isla lo hacían en compañía de la hermandad de Puerto Real, su madrina.
En sus primeros años como hermandad, no obstante, los rocieros isleños sacaban su Simpecado –incluso se llevaba hasta la iglesia del Carmen– para despedir a los romeros, pero esta costumbre se dejó de hacer hace ya unos años: «Si no iba hasta Almonte por no ser filial, mejor dejarlo en la iglesia», se pensó. Ahora podrán llevarlo consigo todo el recorrido.
El hermano mayor, Manuel Torres Oneto, confió en que este reconocimiento permitirá atraer a muchos hermanos de San Fernando que, a pesar de hacer el camino todos los años, marchan con otras hermandades al no ir los isleños con su carreta y su Simpecado.
«Ahora es verdaderamente cuando los hermanos van a tener que dar el callo», dijo ayer Manuel Torres, al subrayar el importante esfuerzo –también económico– que conlleva el reconocimiento como filial.