Ay como me duele niña
la quietud de tu silencio,
la indiferencia en tus ojos
la frialdad de tu cuerpo.
Como me duele y me duele
el insulto de tu gesto…
Tendrás que venir a mi
querrás romper tu silencio,
y se encenderán tus ojos,
y será un volcán tu cuerpo.
Reclamarás mis caricias
suspirarás por mis besos,
preguntarás donde voy
me dirás de donde vengo.
Y será tu corazón
un calabozo de celos,
un puñal al rojo vivo
clavado siempre en tu pecho.
¡Ay como me duele niña!
la actitud de tu desprecio,
tu finginda indiferencia
te acabará consumiendo.