I
De Almonte al Rocío
(yo) me fui pa su templo
y me quedé frío
cuando llegué dentro:
Un hombre le hablaba
tan torpe y tan necio,
que entre asombro y rabia
se me cortó el cuerpo.
ESTRIBILLO:
No sé qué pasó,
pero en sus palabras
le vi tanta fe,
que como un chiquillo
de gozo lloré.
II
Cambiaba su cara
de alegría a la pena;
a vece`era escarcha,
al rato era hoguera.
Me enteré en su charla
de cosas muy serias;
de pequeñas cosas,
de verdades nuevas.
III
Con temblor su mano
le encendió unas velas
e hincó sus rodillas
delante de ella.
Rezaba y pasaba
las cuentas de perlas
de un viejo rosario
de cruz de madera.
IV
Pasó por mi lao
sin verme siquiera,
llevaba en los ojos
un fuego de estrellas.
De plata en el cuello
su Virgen morena
que agarró su mano
como una azucena.
Es una aportación de EL POETA PATATERO.