Cuando el aire era más puro
y la marisma más verde.
Cuando al nacer la mañana
volaban patos silvestres.
Cuando el coto de Doñana
era alfombra celeste
y el cielo se reflejaba
en los lucios transparentes.
Completamente redondo
estaba el sol amarillo,
que besaba el horizonte
bañándolo con su brillo.
Las nubes tímidamente
se teñían de naranja
y se alargaban las sombras
de los pinos verde y malva.
Rompió el silencio de siglos
un ladrido en la Rocina.
Junto un reseco acebuche
los perros se arremolinan.
Por el viejo tronco asoma
una cara tan divina,
que el cazaó emocionao
cayó al suelo de rodillas.
Quien hubiera sido tú,
cazador de las marismas,
para quedar sorprendío
y ser el primero en ver
a la virgen del roció.
Enviada por: José Luis