III. EL ROCIO DE LA NOSTALGIA.
En estas postrimerías de la Resurrección,y contando los días para un nuevo Pentecostés,al rociero se le va desordenando el alma con mil recuerdos de arenas blancas y pinares,que lleva en lo más hondo de si.Y vienen amontonados,uno detrás de otro, como hilera de carretas buscando a Coria,los sentimientos guardados en el arcón de la nostalgia.Y se te va el alma a tus primeros años,a la calle donde jugabas de niño,a la plazoleta,
-donde te imaginabas por cada Mayo-,que era la Cuesta la Plata,y porfiabas con tus amigos para ver quién subía mejor, el improvisado carro, hecho con un cajón de madera.
Sin querer,vuelves a aquella Dos Hermanas de entonces,que estrenaba cada primavera, olor de brisa de Doñana, que río arriba venía por la Puebla.Deseabas el encontrarte cada año,con el primer remolque que pedía telas blancas en la casapuerta de siempre.Enrique.- en su zapatería de “La Cañá”-,ultimaba los botos a medida encargados para un nuevo camino y en la cuadra de “Papaisco”,-en Las Portadas-,sus nietos y amigos salían al campo a caballo cada tarde,mientras en el guadarnés,el viejo caset lloraba por sevillanas:”Mi orgullo es ser marismeño/de esa marisma huelvana”.
Olía a Rocío en Dos Hermanas,y mi querido barrio de la Pólvora estrenaba cada año nuevas estampas de vísperas con los remolques llegando a los almacenes para dejar su desnudez agrícola y acicalarse como mandaban las leyes.
Olía a Rocío en la tienda de Bienvenido Cala en el Arenal,en la de Alvari en la Plazoleta…,y en “Patomás”, -en la casa del Mantúa-, Federico ,ya contaba los días para echarse a andar con sus zapatillas de paño al lado de los mulos del Simpecado.
Olía a Rocío cada lunes,cuando el Coro llenaba,- desde aquella primera,¡pequeña pero gran Casa Hermandad del numero 17 de la calle Alcoba!,-el aire de coplas nuevas:”Ya viene Dos Hermanas”… ¡Y tanto que venía!…Por las esquinas,reverberaba,-como música del alma en aquellos días-, la inmortal letra que cantaban Antonio y Rafael:”Parece que se crece/por Coria el río/pasando Dos Hermanas/para el Rocío”…
Olía a Rocío en la sacristía de la Parroquia,cuando después de los Cultos,iba Pepita Alonso, a pedirle a D.Valeriano,jarrones para los ramos de flores que se amontonaban a los pies del Bendito Simpecado.Y Paco Martín,ya tenía a su Coro del Arenal, con las sevillanas de Muñoz y Pavón bien aprendidas para cantárselas al Simpecado, en esa mañana de nervios imposibles de sujetar,mañana de estrenar vivas,oles y guitarras, que arañaban los adentros por el Palmarillo.
El pueblo era pueblo,¡y era Rocío! Las visitas al Simpecado verde se repetían con más frecuencia,sobre todo,para quien sabía que ese año no haría el camino.O quien tenía a alguien enfermo y sus arenas iban a ser distintas en las noches de soledad y miedos de un hospital.¡Cuántas conversaciones con la Virgen en aquel altar!¡Cuántas promesas en silencio a los pies del bendito Simpecado! Y siempre con Ella,su Divino Hijo,-Pastor divino de nuestras almas-,que en aquel rincón de la Iglesia,llevaba por entonces túnica morada de terciopelo.
¡Cuántas veces escuchaste a la Madre,-mirando a su derecha-repitiendo aquellas palabras de Caná:”Haced lo que Él os diga”…Y hasta quiso el tiempo regalarnarnos,aquellos días imborrables,de tenerlos juntos,-compartiendo Capilla-,que bien recuerda este aprendiz de rociero…
Había un rincón sagrado
a la entrada de la Iglesia
que era un “trocito” de cielo
que Dios lo puso en la tierra.
Olía a romero y a incienso,
¡Pentecostés y Cuaresma!
Donde el verde marismeño
se mezclaba en primavera,
con el morado pasión
de “madrugá” nazarena.
¡Cuántos rezos compartidos
en aquel rincón de estrellas!
¡Cuántas miradas se fueron
de un lado a otro!…¡Promesas
que allí quedaron dormidas
entre las flores más frescas!
Aquí una salve.Y allí,
un Padrenuestro,una vela…
¡Dos Avemarías siempre
para dos Madres y Reinas!
¡Que hablen aquellas paredes!
¡Que hablen aquellas piedras!
¡Y que hable aquel retablo!
¡Y que hable aquella cancela!
¡Allí está la historia escrita
de la fe más verdadera!
Perfil de Curro y de Armando
y el de Rosario a su vera,
que fueron aquellos días
sus Alcaldes de Carretas.
Viernes de hábitos morados,
lunes de Salves eternas…
Y todos los días del año
la gloria allí estaba cerca.
Dos devociones unidas,
tan unidas…¡que se aprietan!
Dos cordones,dos medallas,
¡que juntos siempre se llevan
como dos cirios morados
en la noche rociera!
Por eso en aquellos días
que Capilla compartieran,
se hizo una sola Hermandad,
¡una Hermandad verdadera!
¡Lo que tanto se soñó,
quiso Dios que verdad fuera!
Si volvieran otra vez
aquellos días…¡Quisiera
ver, a quien no pudo ver
aquel milagro tan cerca!
Aquel milagro de flores…,
aquellas Salves sinceras…
Padrenuestros compartidos
y Avemarías a Ella…
¡Dos devociones y una,
aún con distintas banderas!
¡Ay quién pudiera volver
a aquel rincón de la Iglesia!
¡Y el Simpecado otra vez,
-a los pies del Gran Poder-,
mis ojos verlo pudieran!
Enviada por: MARTA NUÑEZ