I
Que en Sevilla hay que morir,
hay que morir.
Al llegar primavera
y Sevilla es toda entera
rosa de puro carmín;
hay que morir.
Y al llegar Semana Santa
entre claveles y cirios
Sevilla es quien reza y canta;
hay que morir.
Y se te encienden las venas
al pasar la Macarena
y por fuerza hay que decir:
y es que en Sevilla señores, ole,
hay que morir.
II
Que en Sevilla hay que morir,
hay que morir.
Con el arte y con la gracia
y con ese sentimiento
que lleva la gente dentro;
hay que morir.
Con el son de sus campanas,
con el perfume y la brisa
del Parque de María Luisa;
hay que morir.
No hagas comparaciones
ni le busques más razones
porque la cosa es así;
y es que en Sevilla señores, ole,
hay que morir.
III
Que en Sevilla hay que morir
hay que morir.
Con ese Patio Banderas
derroche de señorío
de empaque, arte y solera;
hay que morir.
Y Sevilla que es cristiana
se vuelve lirio y clavel
pa`el Cachorro de Triana;
hay que morir.
Y vienen del mundo entero
y al ver Sevilla y su cielo
todos se dejan decir:
señores y caballeros, ole,
hay que morir.
IV
Que en Sevilla hay que morir,
hay que morir.
Con un capote torero
y ese par de banderillas
que Sevilla brinda al cielo;
hay que morir.
Con esa tarde torera,
un suspiro y un clavel,
mantillas y madroñeras;
hay que morir.
Farolillos ‘encendíos’
y la gracia de un gentío
cerca del Guadalquivir;
y es que en Sevilla Dios mío, ole,
hay que morir.
Es una aportación de EL POETA PATATERO.