Para tus ojos verde
el mar de tu copla,
la flor en tus labios
de roja amapola.
Para tu voz velada
la miel jubilosa,
que se desborda gimiendo
en el panal de tu boca.
Para tu pelo negro
la noche lluviosa,
y el rayo encendido
de fuego en tu alcoba.
Para tu cuerpo rendido
la caricia amorosa,
que florece en tus carnes
de jazmín y de rosa.
¡Que revuelo de aromas!
para mis sueños prohibidos,
le ofrece a mis sentidos
tu nombre y tu persona.