Salve María, Salve Rocío
de cielo y tierra, la soberana
lirio celeste, suspiro mío
aurora bendita de la mañana.
Acógenos, ¡oh Señora¡
dirígenos tu mirada…
Que agobiados y cansados
nos echamos a los caminos
revestidos de esperanza,
que nos sentimos tus hijos
nuestros labios, cada momento
Madre… te llaman.
Abogada de los hombres
azucena Inmaculada
consuelo de los que lloran
alegría de las almas
remedio de nuestros males
auxilio, refugio y calma.
Apacienta tu rebaño
con dulce batir de alas
muéstranos al Pastorcito
brillante Paloma Blanca.
Que al final de esta andadura
lleguemos a tu morada
protegidos con tu manto
rociados de tu gracia
y para siempre gocemos
de la promesa anunciada.
Amen
Enviada por: arena