Cuando el ángel san Gabriel, te saludó con su salve,
el Espíritu de Dios te hizo Hija, Esposa y Madre.
Dios te salve, María,
Dios te salve, Rocío,
Dios te salve, Pastora
Tú eres el sol que reluce,
Tú iluminas el sendero, que hasta el cielo nos conduce.
Virgen de mi corazón, aquí guardar yo quisiera,
esa joya rociera: la medalla de mi amor para la Madre de Dios.
Eres hermoso camino,
que nos lleva y nos devuelve al Pastorcito divino.
Tú barres de nuestras almas, el polvo que hemos “cogío”,
cuando a tu vera venimos desde Almonte hasta el Rocío.
Reina de cielos y tierra,
Reina de nuestras almas,
Reina y Paloma Blanca.
Ya estás entrando en la aldea, oyendo las escopetas,
embajadoras del cielo, que anuncian al rociero,
que la Señora se acerca.
Y antes de llegar a tu ermita, es “toa” Graná la que grita desde su casa Hermandad,
pues te quiere saludar, a Ti, Señora, que llegas de este largo caminar.
Virgen Inmaculada,
Virgen gloriosa y bendita,
Virgen de gracia divina.
Rocío, Pastora y guía, te damos la bienvenida;
qué 9 meses más largos; sin ti la aldea está vacía,
la tierra se queda fría, sin el Espíritu Santo.
A ti vengo yo a verte, mi esperanza y mi pastora,
llévanos hasta tu Hijo, cuando llegue nuestra hora;
suspirando moriremos, Rocío, Reina y Señora.
Salve, Reina marismeña,
Salve, Esperanza nuestra,
Salve, mi Madre almonteña
Enviada por: Mar Morata