Se puso gris la tarde de tormenta…
Se barruntaba en cuarto el agüacero…
Venía rugiendo el viento de Sevilla…
Volvían a enganchar las carreteros…
Sonaba la campana de la ermita…
Capotes y enfundados los sombreros…
Cohetes que llamaban a la vuelta
y un chaparrón caía por el cerro.
Cuando salió la Virgen de su ermita
de colores pintó la negra tarde
iluminó su luz toda Sevilla
¡y aquella tarde gris todo fue Valme!
¡Qué distinta su cara con la vuelta!
¡Qué distinto es el paso de los bueyes!
Dejar atrás la ermita hasta otro año
parece la carreta que no quiere.
¡Adiós cerro de Cuarto y Bellavista!
¡Cuánto Valme se queda aquí por siempre!
Esta vuelta lluviosa ya me lleva…
¡con ella aquí estaría eternamente!
Enviada por: Marta Núñez.