Yo no me cambio por nadie
porque mi mundo esta aquí.
Yo no me cambio por nadie
porque mi mundo esta aquí,
porque mi mundo esta aquí,
ya me he hecho amigo del aire
que me ha “tocao pá” vivir.
Me he enamorado de este cielo
de la marisma y su luz,
de la marisma y su luz,
de mi caballo romero
y de mi pueblo andaluz.
Y que no me falte el aire,
Y que no me falte el aire
de esa marisma huelvana
y al aire con mi guitarra
cantarle por sevillanas.
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Yo no me cambio por nadie
me gusta el aire de aquí.
Yo no me cambio por nadie
me gusta el aire de aquí,
me gusta el aire de aquí,
como me gustan las tardes
cuando el sol se va a dormir.
Me entretengo en cualquier parte
cuando me llama el color,
cuando me llama el color
de la amapola silvestre
o del romero en la flor.
También me paro a mirarla,
también me paro a mirarla
a mi jaquilla romera
cuando la llevo al arroyo
y la suelto “pá” que beba.
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Entre jarales y retamas
el sol ya quiere salir.
Entre jarales y retamas
el sol ya quiere salir,
el sol ya quiere salir,
el pino le da sus ramas
para ayudarlo a subir.
La marisma se engalana
y tiene mejor color,
y tiene mejor color
en esas horas tempranas
cuando va saliendo el sol.
Porque me gusta lo mío,
porque me gusta lo mío
yo ando por la tierra llana
me salpico de rocío
del rocío de la mañana.
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Si el camino se hace largo
yo alivio mi caminar.
Si el camino se hace largo
yo alivio mi caminar,
yo alivio mi caminar,
busco la sombra de un árbol
y allí me pongo a cantar.
Me siento en la blanca arena,
la brisa siento llegar,
la brisa siento llegar,
las hojas revolotean
con un alegre compás.
Arrea, caballo mío,
arrea, caballo mío,
ándame con alegría,
y vámonos “pal” Rocío,
mañana será otro día.
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